viernes, 22 de febrero de 2008

Uninvited

'Que no se corte!' y cortó.

Después de interrumpir mi clase de abdominales (sisí, voy a una clase porque sola no hago ni 15) lo primero que dijo fue 'No vengas'. Aha. Mmm... Ok!

Haciéndome perder el valiosísimo segmento de inferiores, pasó explicarme con sus 25 años bien cumplidos que el motivo de la cancelación no era, como yo imaginaba, el típico y bastante obvio 'se suspende por lluvia', sino la típica y bastante pelotuda novia celosa. Listo el pollo (al horno con papas). Habría discutido el trasfondo adolescente de ese argumento si no lo creyera, a fuerza de porrazos contra novios ajenos, una causa perdida. (Mentira, caminando por mi jardín sé discutir causas perdidas por horas, pero el ambiente de gimnasio no permite una conversación muy fluida y se me iba la clase.)

Considerando que hace media vida que no nos vemos, me debato entre estar ofendida porque me frustrasen la ansiada reunión o decepcionada por la cobardía que originó esa llamada; es increíble lo distinta que puede salir la gente de abajo de las piedras...

Antes de dejarme, tomó por el mango la sartén donde estamos cocinando el reencuentro repitiéndome la propuesta indecente de almorzar en el centro un día de semana. Podría prevenir para no lamentar discusiones vanas sobre relaciones enfremizas, pero la curiosidad por redescubrir a este personaje de mi infancia supera la solidez de mi barrera defensiva. Después de todo, no debo olvidar que, a pesar de la novia, es él quien más interés demuestra... Será que no me conoce? Es que no me conoce! Y debe ser justamente por eso...

Se va la segunda! Voy a omitir excepcionalmente este patético y algo confuso episodio. Ahora hay que esperar que los vientos crucen otra vez mi rumbo con el suyo... o cruzarlos a propósito con un poco de voluntad.

Todo bien, nene, fue muy lindo oír tu voz.

martes, 19 de febrero de 2008

Carpe Diem

Yo: - Quiero cantar

Mi conciencia: - No debés cantar, tus cuerdas vocales están muy desgastadas y el médico indicó que las cuides.

Yo: - No me importa. Carpe diem. Voy a cantar... No puedo cantar.

Mi conciencia: - Claro que no podés cantar, venís cagándote en lo que dijo el médido y en tu propio sentido común y en tus preciadas cuerdas desde hace semanas.

Yo: - Mentira, si estuve mejor. Es que el último fin de semana fumé mucho.

Mi conciencia: - Bueno, no fumes más.

Yo: - Pero me gusta fumar, no quiero dejar.

Mi conciencia: - Bueno, date el gusto, carpe diem! Pero no vas a volver a cantar.

Yo: - Ok, ni que viviera de mi canto, solo a mí me gusta oirme cantar.

Mi conciencia: - Pero sí vivís de tu voz; acaso no notaste que apenas podés hablar? Y además, no te duele la garganta todo el tiempo?

Yo: - ... Oh, all right! Dejo de fumar... No es para simepre, no? Cuando me cure puedo volver?

Mi conciencia: - Eso lo vemos después, primero que se curen las cuerdas. Y para eso, además de dejar de fumar (que bien podrías dejar para siempre) tenés que dejar de forzar la voz, dejar de gritar, dejarte de joder.

Yo: - No quiero dejar de joder, me gusta la joda.

Mi conciencia: - Bueno, salí de joda pero no hables, como dijo el médico.

Yo: - Es imposible dejar de hablar.

Mi conciencia: - Bueno, hablá pero no a los gritos.

Yo: - Es imposible no gritar cuando hay joda!

Mi conciencia: - Querés recuperar tu voz?

Yo: - Sí.

Mi conciencia: - Vas a dejar de joder?

Yo: - No.

Mi conciencia: - Vas a dejar de hablar?

Yo: - No.

Mi conciencia: - Bueno, entonces dejá de gritar, dejá de fumar y dejate de joder!

Yo: - Bueno.

Mi conciencia: - Y de cantar.

Yo: - Más vale que funcione.


PS: hoy, 1° de marzo de 2008, mi fonoaudióloga de cabecera me dejó cantar (pitocatalán!)

viernes, 15 de febrero de 2008

Acquainted

Hay que ver la de gente que sale de abajo de las piedras; piedras llenas de rencor, de vergüenza, de desconfianza o de malas impresiones; y muchas, muchas llenas de tiempo, llenas de distancia, rocas de olvido. Estaré yo tapada por alguna piedra ajena? Pareciera que las amistades modernas vienen con fecha de vencimiento, que si uno no mantiene el contacto religiosamente, se pierde para siempre.

Y hay que ver cuántos códigos se crean y cuántos se rompen cada vez que dos personas se encuentran; cuántos velos de duda esconden sonrisas amistosas y miradas anhelantes. Es obsceno hacerle saber a un recién conocido que su presencia es aparentemente grata y por ende su compañía bienvenida? Cuántas horas de conversación se requieren para adquirir el nivel de confianza que permita decir 'te quiero'?

No es la primera vez que publico mi novedosa curiosidad por las relaciones humanas. Y tampoco es que me falten amigos, no. Es que me sobran conocidos interesantes.